Un año sin saber nada de Horizon: Zero Dawn es motivo más que suficiente para necesitar conocer más del esperado proyecto de Guerrilla Games. La última vez que supimos de él nos presentó solo lo bonito de su concepto, sus ideas base: la caza de criaturas robóticas, un ecosistema bien organizado entre sus criaturas, un combate con toques de Vanquish, Monster Hunter, un mundo bonito para explorar y una pregunta: ¿de dónde han salido estos dinosaurios robots?
Pero esto es solo lo bonito, insisto. Guerrilla Games fue hábil al enseñar solo esto de su Horizon: Zero Dawn, porque fue suficiente para que el hype subiera, pero ahora toca enseñar lo feo, el motor del coche y sus engranajes y no solo su hermosa carrocería. Esa es la prueba de fuego definitiva que tiene que pasar la historia de Aloy para que entendamos que tenemos ante nosotros un juego verdaderamente bueno.
Hay varios problemas que pueden suponer la defenestración del título: que los combates acaben siendo repetitivos o siempre dependientes de los mismos movimientos, que la exploración acabe siendo más lineal de lo que debe para su propio interés y que el crafteo no nos permite hacer crecer a nuestro protagonista de maneras interesantes.
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