Lejos de la moda que lo llevó a los titulares de todo tipo de medios de comunicación a lo largo y ancho del planeta, Pokémon Go sigue funcionando estupendamente bien en todos aquellos países que no han prohibido su entrada, especialmente con la promesa de un modo que permita que los jugadores enfrenten a sus Pokémon y se "´hagan un nombre" como maestros Pokémon en su ciudad e incluso más allá de ella.
Pokémon Go vuelve a la palestra con una noticia de un "efecto inesperado" de su aplicación en el juego. Una noticia positiva que se une a otras muchas para demostrar que los videojuegos, lejos de ese peligro social que se consideraban hace unas décadas, tienen muchos puntos positivos y ayudan a las personas en múltiples facetas de la vida.
En este caso, Pokémon Go ha demostrado ser uno de los títulos que mejor combaten los problemas sociales y sanitarios de la actualidad con un sistema de juego que cumple las tres medidas médicas contra la depresión: salir a la calle, socializar y hacer ejercicio, a la vez que añade elementos que ayudan a evitar el bullying en los colegios mediante la creación de un campo de intereses comunes y la valoración de elementos al margen del viejo sistema de jerarquías sociales entre alumnos.
Aún queda mucho por avanzar en este campo, pero cada vez parecen más claros los beneficios que los videojuegos tienen en ambientes tan diferentes como la educación social, la educación tradicional, la salud mental, la autoafirmación y la propia autoestima. Campos que deben seguir creciendo y que demuestran que los juegos son más, mucho más que disparos y muertes.
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