En determinado momento de la trama, los personajes orientales deben bailar la danza del sarao; y, para avanzar, deben alimentar con frutas a una máscara chiquitana. Mi tierra es un videojuego para celulares con el que se busca revalorizar la cultura nacional e impulsar, además, la igualdad de género y el respeto por la vida de los animales.
Pamela Figueroa y Daniel García, de la empresa Code Red Studio, son quienes desarrollaron este juego, que en su primera versión tuvo personajes andinos como el chaski y la chola paceña. La versión 2.0 tiene como protagonistas a una niña vestida con tipoy y un niño con sombrero de sao, elementos típicos de Santa Cruz.
"El objetivo del juego es educar de manera interactiva sobre la cultura oriental del país, hemos incluido también especies nativas del oriente, animales y vegetación”, explica García. "La idea es enseñar sobre danzas, tradiciones, lugares y personajes típicos del área”, complementa Figueroa.
Ella tiene 21 años. Cursa el 7º semestre de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Católica Boliviana. Figueroa se encargó de elaborar el diseño, crear la historia y desarrollar la programación. A sus 25 años, García es un "artista 3D” autodidacta, especialista en el modelado en tres dimensiones de personajes y de escenarios.
Una de las metas que deben alcanzar los protagonistas es llegar a la iglesia de San Javier de Chiquitos, y para ello deberán superar distintos obstáculos y enemigos. El mono, un animal que habita algunas zonas de las tierras orientales, será "un dolor de cabeza” para estos personajes a menos que logren controlarlo.
La niña ostenta la habilidad de recolectar frutas y lanzarlas, esto le sirve para alimentar a los monos y para desbloquear obstáculos. El "poder” del niño es un movimiento de brazos, que le sirve para marear a los monos y para lograr un contrapeso en las catapultas que se le presenten.
"En este nivel también se promueve la no violencia a los animales; ella lo alimenta hasta que se desinfla y él lo marea con las ondas del golpe, pero jamás los dañan ni los matan”, explica Figueroa.
Mientras transcurre el juego, en medio de paisajes verdes llenos de árboles y frutos, anaranjados se oye de fondo el tema A buena vista de la artista Alenir Echeverría. "Queríamos esa esencia camba en la música”, confiesa esta desarrolladora.
Uno de los obstáculos es una serie de toborochis (árboles con una especie de panza) que les impiden el paso. Cerca está una máscara de la tradicional danza de los abuelos chiquitanos. La niña debe alimentarla con los frutos para que con sus poderes ancestrales los mueva y pueda continuar su travesía.
Otra de las dificultades a las cuales se enfrentarán este par de niños aventureros del oriente es un palo para bailar el sarao, danza tradicional de la región.
En la actualidad este videojuego está disponible en el Play Store. En un inicio se diseñó para cardboards, pero se optaron porque sea sólo para celulares.
Punto de vista
"Deberíamos apoyar todas estas iniciativas”
Wilson Quispe A.
Desarrollador de videojuegos
Estoy realmente orgulloso de los jóvenes bolivianos. Los jóvenes son el presente y el futuro del país y pienso que deberíamos apoyar todas estas iniciativas relacionadas al desarrollo y la tecnología en el territorio nacional. Es algo fantástico realizar videojuegos, diseñar e ilustrar personajes.
Ya se ha visto tanto talento en Bolivia que aún no se esta explotando. Un ejemplo claro de esta situación es este videojuego realizado por estudiantes quienes, estoy seguro, son el futuro del país. Quiero felicitarlos a ambos, a Pamela Figueroa y a Daniel García, por su gran talento mostrado, por su iniciativa e inteligencia.
Por otro lado, considero que son pocos los videojuegos que fomentan la cultura de un país. Creo que este videojuego, Mi tierra, se realizó pensando en el amor y el patriotismo que se lleva en el corazón de cada boliviano y de los desarrolladores.
Tengo grandes expectativas de este y varios videojuegos que vi. El mensaje que les doy a los desarrolladores de videojuegos en el país es el siguiente: Jóvenes bolivianos a luchar por sus sueños, y sigan creando y cambiando el mundo con sus grandes ideas.
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