Horizon Zero Dawn es un juego sensacional, uno que sabe mezclar un mundo con ecos a Red Dead Redemption, el plataformeo de Uncharted 4, misiones a lo Far Cry 4 y lo mejor de todo: mucho Monster Hunter con un estilo de combate más ágil. La clave de que este combate funcione tan bien es lo mucho que se toma en serio el videojuego la relación entre criaturas y ecosistema. El agua, los cambios de nivel, los árboles y las rocas que destrozan en sus ataques permiten elaborar trampas complejas.
Aloy es siempre más débil que las criaturas robóticas, que las máquinas. Horizon Zero Dawn acierta al obligarte a tener que usar trampas y pociones resistentes a sus ataques, y a que de cuatro golpes cualquier máquina más o menos grande pueda tumbarte. Podemos lanzar ataques que alteran el estado de nuestros enemigos, como congelarlos, podemos preparar trampas de posicionamiento o encerrarlos y también lanzar flechas con distintos efectos. Todo ello requiere de una recolección de piezas muy bien llevada a cabo, pues todo nos lo da la madre tierra u otras criaturas inferiores. El ataque meditado contra cada monstruo requiere preparación o es posible que tengamos que salir por patas. Aquí entra el juego en sigilo y la posibilidad de combinar ataques a cara descubierta con un hostigamiento sigiloso, preparando trampas y atacando a ratos.
Horizon Zero Dawn es sabio preparando manadas, haciendo que estas criaturas sean más fuertes al llegar corrompidas, pero que al aparecer así sean más vulnerables al fuego. Apareciendo de dos en dos, o de tres en tres a veces se pelean contra razas, pudiendo nosotros aprovecharnos y acabar con ellos una vez quedan debilitados.
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