Como ya os comenté a finales de la semana pasada, estoy francamente sorprendido con Fast RMX para Nintendo Switch, el remake del original estrenado en Wii U hace casi año y medio. Es uno de los títulos visualmente más impactantes del catálogo de la consola, con el permiso de Breath of the Wild, pero también aporta ideas interesantes dentro del submundo de la conducción sci-fi frenética donde el rey, F-Zero, lleva tiempo sin ratificar su posición en el trono.
Pero lamentablemente acusa un problema que tiene que ver más con la plataforma en la que ha decidido estrenarse que con el título en sí, porque Switch no es el lugar idóneo para disfrutar de un videojuego de conducción, ni siquiera de un arcade. Imagino que será algo que tomará más peso con el lanzamiento de Mario Kart 8 Deluxe en abril, pero gracias al título de Shin´en Multimedia puedo empezar a intuir que habrá gente incómoda con el modo portátil de la consola en este tipo de entregas.
Para empezar, hay que apuntar que tanto los Joy-Con como el Mando Pro vienen sin gatillos analógicos, algo que te deja solo con dos opciones en cualquier juego de conducción que se estrene en Switch: acelerar o no hacerlo. Es un abanico pobre si lo comparamos con tener más control del trazado gracias al recorrido y la resistencia de este tipo de botones, pero tampoco tendría sentido que el periférico Pro sí los incorporase, dejando a la consola ´base´ en una situación comprometida si terminasen por llegar títulos que quisieran aprovecharlos. Aun así, hay un problema más grande.
El modo portátil de Switch está diseñado primando la delgadez. Hablamos de una consola de poco menos de 1,5 cm de grosor que en términos de exclusiva ergonomía no ganará ningún premio, aunque esté lejos del suspenso; Vita me parece mucho más cómoda, aunque sus sticks y botones sean sustancialmente peores. ¿Qué ocurre cuando mezclas un sistema delgado -en el que tu mano no tiene donde agarrarse-, un título de conducción y unos sticks/botones sin resistencia? Que el pulgar está en permanente tensión y te termina doliendo.
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