Se trata de un laberinto, donde el usuario controla los movimientos del suelo para transportar una esfera de un extremo a otro. El dispositivo lo desarrolló un adolescente de 14 años que cursó un taller de programación en un centro de formación especializado.
"El juego se llama Slide Ball. Se trata de un laberinto donde nosotros como jugadores controlamos el piso. El laberinto tiene varias formas, tiene varios niveles”, explica Arnold Guzmán, instructor de la academia de desarrollo de videojuegos Elemental.
El juego fue diseñado por Ian Durán hace un par de meses. Es el proyecto final que presentó tras cursar un taller en ese centro de enseñanza.
Daniella García, fundadora y directora de Elemental, explica que la clase que tomó Durán está compuesta por ocho sesiones: cinco de introducción y enseñanza de conceptos, y tres para encarar los proyectos finales.
Características del juego
El capacitador Guzmán comenta que dentro del laberinto existen paredes que permiten deslizar la esfera, ya que la idea del juego es llevarla de un punto del tablero a otro, evitando que aquel objeto caiga en los huecos. "Este laberinto es controlado por el jugador mediante las teclas del cursor y lo que hace es controlar el piso”, afirma. El desarrollo tiene cinco niveles en los cuales la dificultad aumenta al superar cada uno de ellos.
Agrega que la metodología que utilizan en Elemental durante las sesiones es "aprender por necesidades”. Es decir, les muestran algo a los estudiantes y luego les colocan un reto para que ellos apliquen lo aprendido.
"No les podemos enseñar algo complejo, primero tenemos que hacer algo simple como construir algo y luego ver herramientas. Cuando surgen los proyectos nacen otras necesidades. Por la motivación por las cosas llegan a investigar. La idea es mantenerlos siempre motivados y que aprendan las herramientas que les enseñamos”, sostiene.
Afirma que en este juego se utiliza "muy bien” el motor de física de Unity, que es el programa mediante el cual se trabaja en los proyectos de esta naturaleza. "Una de las sesiones es aprender a utilizar el motor de física, es decir donde las cosas se chocan, donde existe gravedad, donde las cosas rotan pero simulando física real (...). Principalmente la textura y la iluminación en este juego es muy buena”, comenta.
Programación y robótica
García cuenta que este desarrollador adolescente se destacó en los talleres y que también cursa las clases de robótica que ofrece ese centro de capacitación. Explica que en casos como el de Ian, esa academia ofrece "mentorías gratuitas”, cuando ellos deciden participar en eventos como olimpiadas de robótica y matemáticas. "Ian se la pasa aquí toda la semana con clases de robótica y videojuegos”, expresa García.
Guzmán acota que este estudiante no sólo desarrolló el juego en clases, sino que por su cuenta también lo perfeccionó en su casa. "Se ha esforzado bastante para hacer este juego. Es un chico muy inteligente. Está aprendiendo a programar muy bien. Me hace preguntas súper técnicas”, apunta Guzmán.
Comenta que una de las recomendaciones para todos aquellos que realizan videojuegos es que éste no sea muy fácil, dado que puede tornarse aburrido; pero que tampoco sea muy difícil, ya que el desarrollador joven se puede frustrar. Lo ideal, comenta, es encontrar un balance para que sea entretenido y jugable.
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