No hay nada como una moda. Pokémon Go —el videojuego de realidad aumentada que utiliza los teléfonos inteligentes para superponer los monstruos de bolsillo de Nintendo en ubicaciones de la vida real— está arrasando a nivel mundial. Desde su reciente lanzamiento en EEUU y en otros países, los jugadores se han estado reuniendo en parques y están corriendo por las calles en busca de Pikachu y de otros animales.
Los inversores también se han enloquecido levemente. Las acciones de Nintendo han aumentado en un 50 por ciento en una semana, un aumento basado en la esperanza de que Pokémon Go pueda rescatar a la empresa de la dependencia de las mediocres consolas como la del Wii U, y que impulse el crecimiento de la empresa en el mundo de juegos casuales en dispositivos inteligentes.
Pero todo el mundo necesita calmarse.
Si existe una empresa capaz de hacer la transición es Nintendo. Y ya lo ha hecho antes, particularmente cuando se transformó de fabricante de máquinas de videojuegos en una empresa de consolas y en una publicadora de juegos durante la década de 1980. Cuando estaba teniendo dificultades hace una década, Nintendo inventó la consola Wii original, aventajando a la PlayStation 3 de Sony y a la Xbox 360 de Microsoft.
El genio creativo detrás de la mayor parte de este éxito es Shigeru Miyamoto, quien inventó a Donkey Kong y a Super Mario, y quien ha supervisado la misión de la compañía de "hacer sonreír a las personas de todo el mundo". Nintendo cuenta con una sorprendente habilidad para inventar personajes que no sólo lo logran, sino que también continúan lográndolo; la franquicia de Pokémon celebra su 20 aniversario este año.
Esta creatividad le ha permitido a Nintendo evitar el destino de Sega, su antiguo rival, la compañía que se descarrió durante la década de 1990 con el fracaso de las consolas Saturn y Dreamcast antes de salirse completamente del negocio de las consolas. Incluso ahora, Nintendo espera recuperarse dentro del sector el año próximo con la NX, cuyos detalles son todavía un secreto.
Cuando una empresa de consolas de juegos está teniendo éxito, su fortaleza creativa para crear nuevos juegos impulsa las ventas de su máquina tecnológicamente avanzada más reciente. Sony está disfrutando de este círculo virtuoso con la PlayStation 4, de la cual se han vendido más de 40 millones de unidades desde 2013, a pesar de que depende, más que Nintendo, de los desarrolladores de juegos externos como Activision Blizzard.
La clave de la perdurabilidad en un volátil y cíclico negocio tecnológico ha sido el nexo entre los juegos y las máquinas. Un popular videojuego puede ser una efímera moda, pero estimula a los consumidores a comprar consolas y, posteriormente, a comprar más juegos. La creatividad siempre fue la fuerza impulsora de Nintendo.
Entonces, ¿qué pudiera ser mejor para Nintendo que una nueva y joven generación de propietarios de teléfonos iPhone y Android persiguiendo a personajes por todo el mundo, tratando de identificar a Pokémon y lanzándoles pokebolas?
Bueno, lo primero que debe tomarse en cuenta es que Nintendo ni creó Pokémon Go ni es su dueño. La compañía posee una participación del 33 por ciento en la Pokémon Company, la cual otorgó los derechos a Niantic, una empresa "startup" estadounidense de juegos de realidad aumentada fundada por John Hanke, un ex ejecutivo de Google. Nintendo invirtió en Niantic el año pasado, pero recibirá sólo una minoría de los ingresos.
Una participación minoritaria en un fenómeno es mejor que no ser parte de ningún fenómeno o que no tener participación alguna, pero refleja el contexto más amplio. Aunque Nintendo diseña sus propias consolas, y publica muchos de los más conocidos juegos de Wii que ellos mismos han desarrollado, ha recurrido a socios para entrar en el mundo de los teléfonos inteligentes. Aparte de Niantic, Nintendo está trabajando conjuntamente con DeNA — una desarrolladora de juegos japonesa — en cinco nuevos juegos para teléfonos inteligentes.
Hasta ahora, Nintendo se ha especializado en juegos para sus propias consolas. Pero ahora debilita esta estrategia al entrar al mundo de los dispositivos inteligentes, en donde ya no controla su plataforma y en donde tiene que ofrecer juegos para iOS y Android en competencia con otros publicadores. Esta situación difiere de su pasada transición de una tecnología propia (máquinas de videojuegos) a otra tecnología también propia (consolas).
Las nuevas tecnologías son abiertas y móviles, incluyendo localización y mapeo, así como realidad virtual y aumentada. Esto le da la ventaja a las empresas de software de Silicon Valley. Es probable que Nintendo pueda aprender a través de la asociación (con Niantic), pero es un terreno desconocido.
En segundo lugar, el modelo de negocios para los juegos móviles es peculiar. Pokémon Go es un ejemplo: los jugadores lo descargan gratuitamente y después pagan por obtener elementos adicionales, tales como incienso para atraer a los monstruos y pokebolas para capturarlos. Pero numerosos jugadores no se tomarán la molestia: King Digital, la creadora de Candy Crush, divulgó en 2013 antes de ser adquirida por Activision Blizzard que el 96 por ciento de los usuarios mensuales no pagaban.
La tecnología móvil todavía puede ser rentable — Activision pagó $u 5,9 mil millones por King Digital el año pasado debido a que tenía sólidos ingresos y altos márgenes — pero es menos fiable. Pokémon Go no se vende al por menor por $us 60, como sucede en EEUU con los más populares juegos de consola, y no se traducirá directamente en la venta de consolas. Los éxitos tienen que continuar ocurriendo, y tienen que continuar pagando por sí mismos.
En cierto sentido, Nintendo está idealmente preparada para el cambio en el paradigma. La empresa crea el tipo de caracteres que exigen correr libremente y que son accesibles para hombres y mujeres de todas las edades. ¿Quién no disfruta la búsqueda de un adorable monstruo? Pero antes de que los accionistas de Nintendo se emocionen demasiado, debieran examinar la realidad.
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